Diario de la Práctica
Docente
La
palabra “diario” posee acepciones muy variadas. Cuando hablamos de “diario”
podemos hacer referencia a un hecho periódico, sistemático, que acontece día a día. Pero también podemos
estar refiriéndonos al tabloide, al diario que periódicamente se renueva para
contarnos las noticias más relevantes. Sin embargo, existe otro significado
para este término; hablamos de los diarios personales, que reúnen, no obstante,
algunas características de cada una de las acepciones mencionadas. En ellos se
cuentan las últimas “noticias” de una persona, las más relevantes; pero también
lo que ocurre a diario en su vida y lo que siente respecto a eso o lo que le da
que pensar sobre aquello que ocurrió. Así, recapitulando lo que venimos
mencionando, podemos decir que el Diario
de la Práctica Docente recupera aquellas “noticias” en las que se da cuenta
de las experiencias por las que atraviesa un practicante y que dejan huellas
importantes durante este especial momento de su formación. Puede contar lo que acontece día a día, clase a clase, los hechos más
relevantes; pero también, y sobre todo, está lleno de la subjetividad de quien
lo escribe. No cuenta noticias con rigor periodístico, sino más bien, cuenta
noticias con dejos de autobiografía.
Vale
ésta como primera aproximación, pero debemos avanzar en la conceptualización
del diario como herramienta que no sólo acompaña sino que permite enriquecer la
tarea docente y la formación de los futuros docentes. En torno a esta idea Zabalza
(2004) dice: “Los diarios constituyen
narraciones realizadas por los profesores y profesoras (tanto en activo como en
formación) […] el marco espacial de la información recogida suele ser el ámbito
de la clase o aula pero nada impide que otros ámbitos de la actividad docente
puedan ser igualmente reflejados en el diario”. La información de la que
habla es la que proviene de las propias experiencias, de lo que nos pasa con lo que acontece. La
práctica docente moviliza nuestra subjetividad desde lo más profundo, en torno
a esta experiencia todo es potenciado; lo bueno y lo malo. Pennebaker (1994) contribuye
a explicar el valor de la escritura para aliviar la tensión y elaborar
situaciones de temor, ansiedad, angustia; sentimientos que experimenta
cualquier docente en sus primeras prácticas. Por eso entendemos que el Diario
de la Práctica, para quienes disfrutan del escribir, es un buen lugar donde canalizar
ansiedades, angustias, miedos y demás. No obstante, a quienes les cuesta un
poco más, en esta oportunidad se los invita (y desafía) a comenzar con esta
práctica; ya que es bien conocida la importancia de que un docente sea
capaz de utilizar con gracia no sólo la
palabra hablada, sino también la palabra escrita.
Pero
entonces… ¿Qué implica registrar nuestras
vivencias en las Prácticas Pedagógica en forma de bitácora? Es recuperar
aquellas experiencias que son significativas en la Práctica Docente, al tiempo
que ayuda a repensar nuestra formación. Es dar a conocer el proceso y cómo en éste
surgen obstáculos, emociones, sentimientos, pensamientos; es ir poniéndole a las acciones palabras. Esto permite
compartir con otros lo que cada uno vive, transita y lo que aprende al andar,
así como aquello que se despertó en cada uno. Decimos entonces que “se racionaliza la vivencia al escribirla (lo
que tenía una naturaleza emocional o afectiva pasa a tener, además naturaleza
cognitiva con lo cual se hace más manejable); se reconstruye y con ello se
tiene la posibilidad de descentrarse de ella y analizarla” (Zabalsa, 2004: pág. 20). Al momento de escribir sobre nuestras
experiencias transformamos lo que nos
pasa en palabras. El sentido que cobra el registro de las experiencias no tiene
que ver con la idea de que se transformen en un objeto de recuerdo, sino más bien con que éstas puedan ser re-pensadas desde
niveles de experiencia y conocimientos posteriores. De ahí que la propuesta que
les hacemos es la de escribir, para luego releer las escrituras con la
distancia suficiente que permite reflexionar sobre ello. Repensarlas, no desde
el sentido común, sino poder abordar lo acontecido en las distintas
experiencias desde las herramientas teóricas que durante toda la carrera han
elaborado.
Como el diario
es un espacio donde expresar nuestras vivencias, aquello que nos pasa, obviamente es totalmente
subjetivo, por lo tanto no se dan
indicaciones de cómo debe estar elaborado. Es un espacio abierto, en el que se invita a dejar volar la imaginación y
la creatividad. En él se pueden registrar experiencias cotidianas,
conceptualizaciones propias e, incluso, preguntas que surgen desde el primer
momento en que el espacio de la Praxis IV: La Práctica Docente comienza a
andar. Habrá tantos tipos de diarios como estudiantes existan en la clase, dado
que no sólo las narraciones son personales, sino también el “diseño” del
soporte del diario deberá tener la impronta de su autor. En cuanto al modo de
redacción, éste puede ser escrito en primera o en tercera persona, como un
diálogo con el Diario mismo o dirigido a potenciales lectores; esto también es
exclusiva decisión del escritor.
Si
se quiere, el Diario de las Prácticas también se convierte en el “detrás de
escena” de la práctica docente; ayudando a la memoria a recordar que no siempre
fuimos docentes, que devenimos en ello a fuerza de ensayos, errores, miedos,
ansiedades, angustias, superaciones, logros y satisfacciones. Como todo en la
vida, las prácticas encierran en sí misma buenas y malas situaciones, lo
importante es saber rescatar lo bueno para poder utilizarlo de insumo para
futuras experiencias.
En
definitiva, el Diario de las Prácticas entendido como el diario de un navegante quien, adentrándose en mares no navegados
por él, registra con detalle lo que acontece a diario, lo que siente al ver
nuevos paisajes, los temores y angustias, los logros conquistados. Así, al leer
los diarios es posible evocar o imaginar lo que pasó en ese viaje y cómo lo
vivió quien lo escribe.
Estamos
frente a la instancia para la que se han preparado durante toda la carrera, por
eso los invitamos a que nos cuenten cómo
viene siendo esta aventura, de qué manera los impacta y problematiza. La
práctica siempre supera ampliamente lo que imaginábamos y nos desafía a pensar
y re pensar las ideas que defendíamos como certezas, aprovechen este espacio
para volver su propia práctica como fuente de conocimiento. Ya es tiempo de
partir del puerto seguro, ¡bienvenidos a la aventura!
Alexia
Molina
Judith
Carniato